Unas “almohadillas” fibrosas en las cuerdas vocales les permiten emitir sonidos de baja frecuencia, aunque el debate científico no se ha cerrado.

Para un amante de los gatos, uno de los sonidos más placenteros es el ruido sordo de su amigo felino al rascarle un poco detrás de las orejas. En torno a este sonido se han creado distintos mitos que tratan de explicar por qué lo producen, e incluso supuestos efectos curativos que tendría para los humanos. Sin embargo, el verdadero misterio para la comunidad científica es cómo los gatos producen estos ronroneos. Un estudio reciente, publicado en Current Biology, puede tener finalmente la respuesta: es más similar a un ronquido que a un espasmo muscular voluntario.

Mientras que los grandes felinos como los leones y los tigres son capaces de emitir fuertes rugidos, los gatos domésticos solo pueden producir ronroneos de baja frecuencia. Los investigadores se han preguntado cómo logran generar las vocalizaciones, típicamente entre 20 y 30 hercios (Hz), involucradas en el ronroneo. Estos animales son pequeños, la mayoría pesa alrededor de 4,5 kilos, y estas frecuencias normalmente solo se observan en especies grandes como los elefantes, que tienen cuerdas vocales mucho más largas. Solo los mapaches emiten un runrún similar, aunque no son capaces de hacerlo con las variantes de intensidad con que lo consiguen los felinos domésticos.

De acuerdo con la investigación realizada por Christian Herbst de la Universidad de Viena (Austria), el ronroneo parece provenir de unas “almohadillas” incrustadas en las cuerdas vocales de los gatos domésticos, que añaden una capa adicional de tejido graso y les permite vibrar a bajas frecuencias. La laringe no parece necesitar ningún estímulo del cerebro para producir ese ronroneo.

La mayoría de los ruidos que producen los mamíferos, incluidos los maullidos de los gatos, se producen de manera similar: una señal del cerebro hace que las cuerdas vocales se presionen y el flujo de aire a través de la laringe hace que las cuerdas choquen entre sí, cientos de veces por segundo, produciendo sonido. Este proceso, conocido como oscilación autosostenida, es un fenómeno pasivo: una vez que las cuerdas vocales comienzan a vibrar, no se requiere más información neuronal para mantenerlas funcionando. Pero algunos científicos creían que el ronroneo es distinto.

La llamada hipótesis de la contracción muscular activa sostiene que los gatos domésticos contraen y relajan activamente los músculos laríngeos unas 30 veces por segundo para ronronear. La idea, basada en mediciones de la actividad eléctrica en los músculos de la laringe en gatos que ronronean, se popularizó y ha sido una explicación común para el ronroneo de los gatos desde entonces.

Pero el nuevo estudio lo pone en entredicho. El equipo ha descubierto que las contracciones musculares cíclicas no son necesarias para generar los ronroneos. Para esta investigación, los científicos extrajeron las laringes de ocho gatos domésticos que murieron por enfermedades incurables: juntaron sus cuerdas vocales y bombearon aire cálido a través de ellas. Al aislar la laringe de esta manera, garantizaban que cualquier sonido se producía sin contracciones musculares ni orden neuronal. El equipo consiguió producir ronroneos en todas las laringes sin ningún control neuronal activo, lo que sugiere que el ronroneo no requiere necesariamente contracciones musculares.

Herbst y sus colegas apuntan a que la clave del ronroneo residiría en las masas inusuales de tejido fibroso descritas por ellos como “almohadillas”. Los anatomistas habían detectado esto antes, pero no se sabía cuál podría ser su función. Es posible que estas aumenten la densidad de las cuerdas vocales, haciendo que vibren más lentamente y permitiendo que los gatos produzcan sonidos de baja frecuencia a pesar de su tamaño relativamente pequeño, según ha explicado Herbst a la revista Science. Anatómicamente, el proceso funciona de manera similar a la vibración que a veces se agrega al final de las palabras en el habla humana.

La comunidad científica, sin embargo, no está del todo convencida. David Rice, ingeniero biomecánico de la Universidad de Tulane, cree que no hay garantía de que las cuerdas vocales de los gatos vivos se comporten de la misma manera que las de los gatos cuyos cordones fueron extirpados quirúrgicamente para el estudio. Mirar las laringes extirpadas, señala, es “similar a quitar la boquilla de un instrumento de viento y analizar si suena de forma aislada”. Los mismos autores, por su parte, admiten que no se descarta la intervención del proceso de la contracción muscular en la vibración, pero aseguran que no se puede afirmar que sea la única causa del ronroneo.

En el mundo, conviven con los humanos alrededor de 600 millones de gatos. Son mascotas muy populares por su capacidad para formar vínculos afectivos y comunicarse con las personas. Y además, esta especie tiene el repertorio vocal más complejo de todos los carnívoros. Su ronroneo es precisamente una herramienta de comunicación: nacen con la capacidad connatural de hacerlo y suelen comenzar a emitirlo a partir de los 15 días de edad.

Aunque la ciencia no ha descifrado del todo por qué los felinos vibran en determinadas circunstancias, existen ciertas hipótesis. Los mininos ronronean para que su madre los encuentre; al hacerlo generan serotonina, lo que lo asemeja a la sonrisa humana, e incluso puede fomentar la cicatrización de sus heridas. Lo cierto es que cada felino tiene su propia personalidad, ya que los hay que no ronronean, del mismo modo que algunos maúllan más que otros o son menos cariñosos y sociables.

 

 

Fuente: Verónica M. Garrido (ElPais.es)